Capo
Navegantes
2017
Casete
¿Han notado que mientras más
viejos se vuelven más trabajo les cuesta concentrase en la música que les
gusta? (aparte de que también les crecen
la panza, los cachetes y las ganas de comprar el escurridor de platos ideal…
ese que no acumula agua debajo, no se oxida y que combina con su cocina)
Debo confesar que eso me pasa desde hace unos 5 años aprox. Expectativa: Me
pongo los audífonos, cierro los ojos, comienza a sonar la música e inicio súbitamente
un viaje espiritual y sonoro que me lleva a desentrañar los misterios de la
existencia entre notas y poesía (como
cuando joven y brioso mozo era). Realidad: Me pongo los audífonos, cierro
los ojos, comienza a sonar la música y 30 segundos después pienso en los
pendientes del trabajo, en los gastos que hay que cubrir antes de la siguiente
quincena y en las respectivas facturas que ese día me pasó el hubiera (a veces también paso noches en vela
preguntándome por dónde hacía del baño CatDog ¿cuál de las dos cabezas es la
que descomía? ¿qué pinshi mente tan retorcida pudo haber creado semejante abominación
para ponerla en una serie infantil de dibujos animados?), relegando las
canciones a unos simples ruidos ambientales para luego descubrir que ya se ha
acabado un disco completo sin darme cuenta. ¡Oh indiferencia musical, tú que te
escondes entre las más recónditas sombras de la apacible madurez, maldición
eres! (para los que les interese: estos
versos forman parte de mi libro de poemas titulado “Un virgo en abstracción o
cómo sentirse arrepentido al comprar un libro de poemas”… próximamente en todas
las librerías del país, menos en Gandhi, porque ahí me tienen vetado) Pues güeno,
ahora que he revelado mi actual impotencia (meramente
auditiva), cabe mencionar que algo parecido me sucedió cuando escuche por
primera vez “Navegantes”, pasando sin pena ni gloria por mi orejotas, para
luego pensar: no sé si me gusta; ¿vale la pena conservarlo en mi aytuns?; ¿esa
mancha en la pared se movió? Porque si lo hizo… que Dios se apiade de nosotros;
creo que le daré otra oportunidad a los Capo; ¡Alfredo…! Digo, ¡Carlos, cálmate
por favor! Concéntrate, yo sé que tú puedes. Y ¡oh sorprais! no daba crédito a
lo que estaba escuchando. “Al final”, la pista que abre el disco, me agarró
desprevenido con sus ritmos entre rockerones y folksiosos, haciendo que se me
encuerara el chino, digo, que se me enchinara el cuero con sus desgarradoras letras:
Amanece otra vez / y no te veo respirar /
Grito, grito tu nombre / tengo miedo de no verte jamás. Es verdad que “Al final”
es un rolonón y que a partir de ahí el disco como que baja de ritmo, y no
quiero decir que el resto de las canciones sean malas, sino que el álbum tiene
una gran apertura y que si no se le dedica tiempo para escucharlo detenidamente
se corre el riesgo de perderse una de los grandes producciones nacionales de
los últimos tiempos. ¿Qué pueden esperar si deciden invertir su tiempo con Capo?
Pues seguramente se deleitarán con 11 tracks que mezclan rock alternativo, folk
y una pizca de country, aderezados con una de las voces más pulidas de la
actualidad. Bon appetit.
-Carlos El Bien Pensante
No hay comentarios.:
Publicar un comentario