01 diciembre 2019

Los 50 discos que hay que morir antes de escuchar del rock mexicano (1997-2017)


Capo
Navegantes
2017
Casete

¿Han notado que mientras más viejos se vuelven más trabajo les cuesta concentrase en la música que les gusta? (aparte de que también les crecen la panza, los cachetes y las ganas de comprar el escurridor de platos ideal… ese que no acumula agua debajo, no se oxida y que combina con su cocina) Debo confesar que eso me pasa desde hace unos 5 años aprox. Expectativa: Me pongo los audífonos, cierro los ojos, comienza a sonar la música e inicio súbitamente un viaje espiritual y sonoro que me lleva a desentrañar los misterios de la existencia entre notas y poesía (como cuando joven y brioso mozo era). Realidad: Me pongo los audífonos, cierro los ojos, comienza a sonar la música y 30 segundos después pienso en los pendientes del trabajo, en los gastos que hay que cubrir antes de la siguiente quincena y en las respectivas facturas que ese día me pasó el hubiera (a veces también paso noches en vela preguntándome por dónde hacía del baño CatDog ¿cuál de las dos cabezas es la que descomía? ¿qué pinshi mente tan retorcida pudo haber creado semejante abominación para ponerla en una serie infantil de dibujos animados?), relegando las canciones a unos simples ruidos ambientales para luego descubrir que ya se ha acabado un disco completo sin darme cuenta. ¡Oh indiferencia musical, tú que te escondes entre las más recónditas sombras de la apacible madurez, maldición eres! (para los que les interese: estos versos forman parte de mi libro de poemas titulado “Un virgo en abstracción o cómo sentirse arrepentido al comprar un libro de poemas”… próximamente en todas las librerías del país, menos en Gandhi, porque ahí me tienen vetado) Pues güeno, ahora que he revelado mi actual impotencia (meramente auditiva), cabe mencionar que algo parecido me sucedió cuando escuche por primera vez “Navegantes”, pasando sin pena ni gloria por mi orejotas, para luego pensar: no sé si me gusta; ¿vale la pena conservarlo en mi aytuns?; ¿esa mancha en la pared se movió? Porque si lo hizo… que Dios se apiade de nosotros; creo que le daré otra oportunidad a los Capo; ¡Alfredo…! Digo, ¡Carlos, cálmate por favor! Concéntrate, yo sé que tú puedes. Y ¡oh sorprais! no daba crédito a lo que estaba escuchando. “Al final”, la pista que abre el disco, me agarró desprevenido con sus ritmos entre rockerones y folksiosos, haciendo que se me encuerara el chino, digo, que se me enchinara el cuero con sus desgarradoras letras: Amanece otra vez / y no te veo respirar / Grito, grito tu nombre / tengo miedo de no verte jamás. Es verdad que “Al final” es un rolonón y que a partir de ahí el disco como que baja de ritmo, y no quiero decir que el resto de las canciones sean malas, sino que el álbum tiene una gran apertura y que si no se le dedica tiempo para escucharlo detenidamente se corre el riesgo de perderse una de los grandes producciones nacionales de los últimos tiempos. ¿Qué pueden esperar si deciden invertir su tiempo con Capo? Pues seguramente se deleitarán con 11 tracks que mezclan rock alternativo, folk y una pizca de country, aderezados con una de las voces más pulidas de la actualidad. Bon appetit.


-Carlos El Bien Pensante

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